LA TOLERANCIA
La conciencia de que nadie posee la verdad se ha plasmado en un proyecto ético de convivencia, que ha recibido el nombre de “tolerancia”. El relativismo es el fundamento ético de la democracia, pero la tolerancia es la forma como esa democracia se pone en práctica, se hace realidad. Eso es lo que diferencia a una teoría de un proyecto ético. Cuando un partido político gana unas elecciones democráticas, no suprime a los partidos opositores que han perdido las elecciones. En una democracia todos los partidos son tolerados, siempre que respeten unas mínimas reglas de juego; todas las opiniones son toleradas, siempre que no ataquen a los valores fundamentales defendidos en la Carta Magna o Constitución. La tolerancia consiste en consentir, admitir o sobrellevar las creencias, opiniones o conductas que defienden o realizan otras personas o grupos, y con las que no estamos de acuerdo. La tolerancia tiene su justificación en el respeto al otro por su condición de ser libre.
Existen muchas clases de tolerancia (en el ámbito familiar, educativo, laboral, etc.). De entre todas ellas destacaremos tres: la tolerancia social, la tolerancia política y la tolerancia religiosa. La tolerancia social consiste en el respeto o aceptación de aquellas personas que no piensan ni se comportan como nosotros lo hacemos. Esta clase de tolerancia es muy importante en las sociedades actuales. Sin ella es imposible la convivencia, porque nuestras sociedades son cada vez más pluriculturales. Ha aumentado el contacto entre culturas diferentes, bien por efecto de la inmigración, bien por el intenso intercambio de ideas y valores. La tolerancia política consiste en el respeto hacia otras formas de entender y organizar el gobierno del Estado, que son las diversas ideologías políticas. Liberalismo y socialismo son ideologías muy diferentes, pero ambas pueden convivir en un Estado tolerante. Sólo es imposible la convivencia cuando el liberalismo se convierte en capitalismo autoritario o el socialismo se practica de forma no democrática. La tolerancia religiosa consiste en el respeto a las creencias y prácticas de otras religiones diferentes de la que profesa la mayoría de la sociedad.
Pero las sociedades humanas no siempre han sido tolerantes. Más bien habría que decir que la tolerancia es una idea relativamente reciente en la historia. Surge en Europa como procedimiento para superar los terribles enfrentamientos religiosos (las guerras de religión) que se produjeron entre católicos y protestantes durante los siglos XVI y XVII; y empieza a asentarse a partir del siglo XVIII, gracias a la influencia del pensamiento liberal. Uno de los primeros que defendieron teóricamente la tolerancia fue el filósofo inglés J. Locke, que en su “Carta sobre la tolerancia” habla sobre todo de la tolerancia política, la que deben practicar los gobiernos. Más tarde, el francés Voltaire, escritor y filósofo ilustrado, defenderá la tolerancia religiosa a propósito de la condena injusta de un ciudadano por ser protestante.
La tolerancia puede entenderse de dos formas: pasiva y activa. La tolerancia pasiva, que es la forma más primitiva de entenderla, se reduce a permitir otras formas de opinar o comportarse distintas de las de uno, pero sin hacer un esfuerzo por entenderlas. Se admite la discrepancia, pero nada más. El tolerante pasivo sigue encerrado en sí mismo, considera que sus opiniones y normas de comportamiento son superiores al discrepante, aunque ya no le ataque.
La tolerancia activa va más lejos. No sólo permite la discrepancia sino que intenta entenderla. El tolerante activo está abierto a las opiniones discrepantes, intenta contrastar su verdad con las opiniones de los otros, dialogando y debatiendo con ellas. Hay que tener mucho cuidado de no confundir esta postura con una actitud de debilidad ideológica o de desarraigo cultural. El tolerante activo es una persona que tiene asumida su propia cultura, su propia identidad; y desde ella, en un acto de sobreabundancia mental, se abre a otras culturas, a otras formas de ver las cosas, con el fin de enriquecerse. Hay en la tolerancia activa un doble proceso de repliegue hacia dentro de uno mismo y de despliegue hacia fuera, hacia los demás, de afirmación de mi propia identidad y de apertura a los demás. Las identidades excluyentes son siempre vacías, como estamos viendo en ciertos nacionalismos. Ninguna identidad cultural se ha formado por exclusión, sino por integración de elementos foráneos. Muchas veces nos asombramos cuando descubrimos que lo que consideramos más propiamente nuestro, más autóctono, ha venido de fuera, es un préstamo cultural.
En el respeto y consideración de las opiniones y comportamientos diferentes de los demás la tolerancia sólo tiene un límite: la intolerancia. Si toleráramos la intolerancia, entonces desaparecería la razón de la tolerancia. En nuestras sociedades la intolerancia se manifiesta en determinadas sectas religiosas, que manipulan a sus adeptos imponiéndoles unas creencias rígidas y desatinadas; en algunas organizaciones o ideologías políticas autoritarias, que tienen un carácter marginal; y en ciertas bandas urbanas, que expresan sus ideas con la violencia. Ante estas manifestaciones de intolerancia hay que tomar postura. No se puede ser tolerante con los actos de intolerancia. Y eso por dos razones al menos: porque impiden la convivencia social y, sobre todo, porque atentan contra la libertad humana.

ACTIVIDAD 7ª
“Los inmigrantes”
Presentación
La causa más reciente de la diversidad cultural en los países desarrollados es la inmigración. Los inmigrantes pertenecen con frecuencia a una cultura distinta de la del país de destino y traen consigo unas costumbres y creencias diferentes.
Cuestiones
- ¿Consideras que debe permitirse la inmigración o debe prohibirse? Razona la respuesta.
- ¿Debe permitirse la inmigración a todo el mundo (porque son personas) o debe restringirse? Si fuera esto último, ¿qué condiciones pondrías?
- ¿Qué derechos deben disfrutar los inmigrantes? ¿Deberían cobrar por su trabajo lo mismo que los demás o menos? ¿Deberían vivir en las mismas viviendas o en sitios especiales? ¿Deberían asistir a las mismas escuelas y recibir la misma asistencia sanitaria? ¿Podrían adquirir con el tiempo la nacionalidad?

ACTIVIDAD 8ª
“¿Con quién aceptamos convivir?”
Presentación
Si nos preguntan si somos tolerantes, casi seguro que diremos que sí, pero muchas veces es de boca para fuera. Está mal visto decir que uno es racista o xenófobo. Vamos a comprobarlo.
Cuestiones
- Indica en la lista siguiente con qué personas no te gustaría convivir, ni como vecino, ni como compañero de instituto, ni como amigo. Razona la respuesta.
Los gitanos | Los marroquíes y argelinos |
Los negros | Los que proceden de los países del Este |
Los sudamericanos | Los caucásicos |
Los chinos | Los palestinos |
Los judíos | Los rusos |
- Con las respuestas de todos tus compañeros de clase (incluida la tuya) fabrica un cuadro de la forma siguiente:
Colectivo de personas | Vecino | Compañero | Amigo |
(gitanos, negros, etc.) | Nº de noes | Nº de noes | Nº de noes |
- Compara tu respuesta con la opinión mayoritaria de la clase y explica las diferencias.

ACTIVIDAD 9ª
“¿Qué decimos de los que son diferentes?”
Presentación
Uno de los lugares en los que se manifiesta la intolerancia es el lenguaje, especialmente el lenguaje coloquial.
Propuesta de trabajo
Indica el significado de las palabras que aparecen a continuación y explica qué tipo de desprecio expresan. ¿Crees que deberían de usarse?
Quinqui | Maricón |
Guiri | Sudaca |
Moraco | Maqueto |
Charnego | Cani |
Cafre | Gabacho |